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Los Conflictos Familiares

LOS CONFLICTOS FAMILIARES 

Psicóloga: Mariela Pizarro P. 

 

Cuando una familia  se encuentra a la deriva y sin dirección clara, decimos que existe un conflicto. En palabras simples, una situación de tensión hace presión en la familia y se requieren ciertos cambios dinámicos que la estabilicen. Los roles, los valores y los objetivos  se pierden y se hacen confusos en la medida que el conflicto siga permaneciendo en el sistema.

 

Los problemas, crisis y conflictos en la familia hacen necesario un cambio, que a su vez llevarán a redefinir un nuevo sistema de  relaciones.

 

El cambio fundamental que se espera definirá nuevas formas de comportamiento de los miembros de la familia. Todo aquello que implica un cambio permite crecer y aprender de nosotros y de quienes nos rodean. Por lo tanto, los conflictos familiares son avances y crecimientos, que se experimentan en todo grupo humano.

 

Siempre hay que mantenerse alerta a los problemas, y situaciones que estresen, para comenzar a trabajar en la superación y solución de los mismos. Hay situaciones que se mencionan a menudo como crisis: la separación de los padres, la pérdida de un miembro de la familia (duelo), la etapa de la adolescencia en los hijos, infidelidad conyugal, pérdida del trabajo (cesantía), etc.

 

Hay que tener en cuenta que lo que puede ser motivo de conflicto en un hogar, en otro puede no serlo. Depende de la familia y de los recursos (hábitos, pautas de conducta, reglas,  etc.).

 

Además, siempre existen obstáculos que van a interferir en el cambio. En general, estos están encubiertos y una manera de identificarlos objetivamente es con la ayuda de terapia.

Los obstáculos, aparecen en las reglas de la familia, en las metas y objetivos de la familia, en la definición de los roles de cada miembro, en la comunicación, en la historia familiar y en la intimidad de cada uno.

 

Entonces, se  deberá investigar la raíz del conflicto, para comenzar  con pautas puntuales de intervención en el ambiente familiar. Es fundamental que cada integrante colabore  y tenga confianza que entre todos pueden superar el problema. La actitud positiva y abierta ayuda a mantener la opción de una solución sanativa.

 

Quienes necesitan de un trato delicado y cuidadoso son los  niños, por ser  los más vulnerables debido a que su estructura mental, emocional y física, se encuentra en formación. Por ello, es común encontrar problemas de autoestima, depresiones, inadaptación social, enuresis secundaria, problemas académicos, que se evidencian tras un conflicto familiar.

 

La vida en familia es un medio educativo para todos, en la cual debemos dedicar tiempo y esfuerzo. La familia, es nuestra fuente de socialización primaria. Por ello, es la instancia que moldea pautas de conducta y actitudes de quienes son sus integrantes. No es menos cierto que los conflictos no se pueden evitar en la mayoría de las situaciones. Pero, debemos estar preparados para afrontarlos. Al igual como nos alimentamos balanceadamente para mantener nuestro organismo alejado de posibles enfermedades.

 

Lo mismo acontece con los conflictos. Una familia nutridora, será portadora de anticuerpos capaces de hacerle frente a cualquier dificultad y le será más fácil poder salir airosa.

 

Debemos tener presente de una familia nutridora:

La casa en la que vive la familia es fundamental.

La limpieza, el orden y el mantenimiento son tareas importantes que se pueden realizar en común acuerdo y designación de tareas, procurando que estas no ahoguen las relaciones entre los miembros dedicándose férreamente a estas.

 

No olvidar expresar las opiniones y dejar que los hijos también se expresen.

 

Ser coherente, para que nuestro actuar y pensar se complementen.

 

Ser paciente, ayuda a la tolerancia y el respeto por los demás.

 

Demostrar nuestro cariño por los demás con nuestra actitud.

 

Alabar cuando algún miembro de la familia se destaque.

 

Acostumbrarse, a pedir perdón por los errores.

 

Mantener conversaciones familiares y tiempo de convivencia sistemática

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